Sucesos que impactaron
la opinión pública de los uruguayos
EL TESORO DE LAS MASILOTTI
Historias de Montevideo y esta vez es el turno de "El Tesoro de las
Masilotti".
Todo comenzó en diciembre de 1950, cuando arribó a Montevideo una
ciudadana italiana llamada Clara Masilotti, dispuesta a tramitar los
permisos que fuesen necesarios para efectuar excavaciones en el Cementerio
Central, en búsqueda de un tesoro.
(Vista satelital del Cementerio Central)
Una vez enterada la prensa, el revuelo fue general.
Hacia mayo de 1951, los titulares de la prensa montevideana estaban acaparados
por esta historia.
Los periodistas no perdieron pisada de la Sra.
Masilotti cuando ésta, acompañada por autoridades municipales, recorrió
brevemente el Cementerio Central a fin de explicar con claridad sus intenciones.
Cada tanto, extraía de su bolsillo un pequeño mapa,
que consultaba sólo para sí.
Al llegar al Panteón Nacional se detuvo y señaló el
lugar donde pretendía iniciar las excavaciones. La autorización le fue concedida,
con la condición de que comenzara a excavar desde fuera del Panteón, a fin de no
dañar su estructura.
(Giusseppe Garibaldi)
El 21 de mayo de 1951 comenzaron los trabajos y
comenzó la primer especulación de la prensa: se trataría de un tesoro que
Garibaldi habría ocultado para financiar su ejército antes de regresar a Europa
(El Papa Pío IX)
Cuando esa teoría perdió fuerza, fue sustituída por
otra: el abuelo de las hermanas Masilotti sería hijo de Juan María de
Mastai-Ferretti (futuro Papa Pío IX) con una joven uruguaya.
Queriendo garantizar el bienestar de su hijo oculto,
Pío IX habría enviado una serie de riquezas que constituirían el tesoro buscado.
Y las
teorías seguirían: la siguiente especulación apuntaría hacia la Sociedad
Carbonaria.
Los carbonarios eran los miembros de una sociedad
secreta fundada en Nápoles en los primeros años del siglo XIX. Políticamente
eran revolucionarios opuestos al orden establecido y a la Iglesia Católica.
Derrotados en sus aspiraciones, muchos de ellos debieron huir de Italia, por lo cual se especuló que el tesoro consistía en riquezas que sus miembros habían trasladado al exterior ante tal circunstancia.
Derrotados en sus aspiraciones, muchos de ellos debieron huir de Italia, por lo cual se especuló que el tesoro consistía en riquezas que sus miembros habían trasladado al exterior ante tal circunstancia.
(Clara
Masilotti en foto de la prensa uruguaya)
(Clara
Masilotti con periodistas y autoridades en 1951)
El padre de las hermanas Masilotti había estado en
Montevideo en dos oportunidades, en 1874 y en 1904.
En su segundo viaje quedó atrapado en plena guerra
civil, siendo baleado en el conflicto y debiendo huir apresuradamente del país,
lo cual no le habría permitido actualizar debidamente el plano del tesoro que
tenía en su poder.
(Conferencia de prensa de Clara Masilotti)
Por ello se decía que el plano contenía errores, al no
tener en cuenta algunas modificaciones del Cementerio Central posteriores a su
bosquejo por parte del Sr. Masilotti.
Incluso hubo un cronista que afirmó haber visto
fugazmente el plano que Clara Masilotti consultaba a escondidas en su primer
visita al cementerio, indicando que pudo apreciar errores en los nombres de las
calles.
(Declaraciones de Clara Masilotti a la prensa)
De todas formas, el misterio seguía fogoneándose: un
famoso radiestesista ofrecía sus servicios, un acaudalado norteamericano ofrecía
pagar cincuenta mil dólares a las Masilotti por los derechos de excavación.
Una multitud de periodistas y simples curiosos se
hacía presente cada jornada en el Cementerio Central, hasta que las autoridades
decidieron cerrar el lugar en los momentos en que se excavaba, pues se había
transformado en una romería.
(Bromas
de la prensa: el Diario Acción muestra a un Franco consternado al constatar
que aún hay tesoros en América y no serán para él)
(Bromas
de la prensa: un miembro del Consejo Municipal en busca de un tesoro...de
impuestos)
(Bromas de la prensa: ¿por qué no levantar el
cementerio entero?)
El
abogado de las Sras. Masilotti era nada menos que Juan José de Amézaga, un ex
presidente de la República. Uno de los jóvenes abogados que le asistían afirmó
haber visto el plano del tesoro, con manifiestos errores en cuanto a la
ubicación de ciertas calles y con una capilla marcada que nunca pudo ser
identificada.
Luego de fracasar todos los intentos de 1951, las hermanas Masilotti volverían a intentarlo en 1956, asesoradas por Humberto Dolce, periodista fuertemente interesado en el tema:
Luego de fracasar todos los intentos de 1951, las hermanas Masilotti volverían a intentarlo en 1956, asesoradas por Humberto Dolce, periodista fuertemente interesado en el tema:
(Humberto
Dolce con Clara y Laura Masilotti en 1956)
(Foto
de un "momento clave" de la excavación)
Posteriormente, Humberto Dolce sería desacreditado por
otros periodistas, que afirmaron que hasta había arrojado monedas en la
excavación para mantener el interés.
Pero
esa afirmación nunca fue probada y, en todo caso, si Dolce consiguió monedas de
principios del siglo XIX y las arrojó allí para luego dar la noticia en El
Diario, salió perdiendo en el cambio.
(Foto de los trabajos de 1956)
Los intentos de 1956 también serían infructuosos. Y
aún volverían las hermanas Masilotti en 1971, en un tercer intento que tampoco
arrojaría resultados positivos.
(Foto
de prensa de trabajos en profundidad)
Las hermanas Masilotti gastaron una pequeña fortuna en la búsqueda de
ese tesoro esquivo.
Pero como declaró Laura a la prensa en 1956:
Pero como declaró Laura a la prensa en 1956:
"Nuestra búsqueda del tesoro no la hacemos
exclusivamente por razones mercantiles. La hacemos por romanticismo, por
tradición y por herencia familiar".
Un dato curioso: las hermanas Masilotti, según se supo
muchos años después, no sólo contaban con un plano aparentemente mal bosquejado
o desactualizado.
Tenían además un inventario de lo que el tesoro
contenía, cosa que nunca dieron a conocer.
La lista incluía entre otras cosas:
-
Un bosquejo de Miguel Angel para su estatua del Papa Julio II
-
Escritos originales de estudiosos españoles del siglo XVI: Francisco de Vargas, Juan de Valdez, el fraile Juan de Acosta y el fraile Blas Valerce entre otros.
-
Escritos de Antonio Perez, secretario del rey Felipe II de España, acerca de la relación entre el rey y la Inquisición.
-
Coronas, cálices y vasos de oro y plata.
-
Barrras de oro y plata.
-
Máscaras mortuorias incaicas.
-
Figuras ceremoniales incaicas de oro puro.
-
Diversas joyas.
-
Una figura de pez de 18 pulgadas de oro puro.
-
Vasijas ceremoniales incaicas de oro puro.
-
Guantes funerarios realizados en oro puro
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