1882, Cuando Italia le declaró la guerra a Uruguay
Por Alberto Moroy
Así comienza la historia…
El 16 de febrero sobre las ocho y media de la noche, cuando el joven empleado se disponía a cerrar el comercio de cambio ubicado en la plaza Independencia, Carbajal, que estaba aguantándolo desde enfrente, aprovechó el momento y seguido de los dos napolitanos, entró primero en el escritorio y echando mano al bolsillo sacó de él un peso y le dijo a su desgraciada víctima: “Che, cámbiame este peso”. En ese momento los dos italianos ingresaron al recinto, se apoderaron del dinero, rellenando sus bolsillos con cuanto encontraban y luego con Carbajal ultimaron al joven a puñaladas.
Llega el dueño del cambio
El señor Miguel Platero se dirigía la mañana del 17 de febrero a la casa de cambios que poseía con su hermano en la `plaza Independencia de Montevideo, cuando al enfrentarse con aquella, le llamo la atención no encontrarla abierta como debería de haber hecho su dependiente, Juan Bentancour de 17 años. Su extrañeza se convirtió en inquietud al pasar un buen rato sin que este arribase.
Casa de cambios Plaza
Independencia
Juan Bentancour dependiente fallecido / Miguel Platero (uno de los Propietarios)
En vista de esto y de
que los transeúntes se
aglomeraban en la puerta,
decidió encomendar al
vendedor de diarios
llamado “Payaso” que
entrado por los fondos
tratase de abrir la
puerta. Lo primero que
se presentó fueron las
clavijas de la barra de
vidriera en el suelo; la
barra estaba sin ellas y
podía sacarse desde
afuera. Tal descuido no
era explicable, murmuro
Platero… me temo una
desgracia. A metro y
medio de las clavijas y
a dos de la puerta había
una mancha de sangre
coagulada y sin reguero
a ningún rumbo, pasando
el mostrador se hallaba
la caja abierta y a su
pie un cuerpo caído
sobre un gran charco de
sangre. Era el cadáver
de Bentancour; tenía la
cabeza recostada en el
brazo derecho, las manos
crispadas; en la manga
de la izquierda se veía
la huella de un zapato.
Su fisonomía reflejaba a
la vez espanto y
sufrimiento, en la boca
tenía un pedazo de
género a manera de
mordaza y en el cuello
un jirón a guisa de
corbata.
Un gran desorden reinaba alrededor del cadáver. A los pies había un billete de $1 peso banco de Buenos Aires, no se habían tocado algunas alhajas. Al llegar las autoridades y remover el cadáver, se le quito la corbata de lienzo puesta en el cuello. Tenía en el hueso de la nuca, que se lo habían roto, una herida de un arma contundente. Era el golpe que se denominaba en los mataderos “desnucar” provocado por estilete o daga. Fue descubierto y preso el oficial del ejército señor Carbajal al pretender pagar una factura en la casa Broqua con una moneda que el señor Platero había denunciado como sustraída. Sindicó como cómplices a los italianos Raffaele Volpi di Giovanni de cuarenta años y Vicenzo Patroni, un mercachifle de cuarenta y ocho años, ambos oriundos de Padula en Salerno. Carbajal en sus declaraciones daba innumerables detalles que fueron plenamente corroborados, precisaba el traje que cada uno llevaba la noche del crimen y especificaba que Patroni usaba alpargatas.
El 19 de febrero las autoridades policiales publicaron una supuesta confesión de Volpi en la que éste reconocía su participación en el crimen y se mostraba dispuesto a colaborar, para lo cual fue trasladado a su domicilio con intención de entregar el dinero robado. Sin embargo, una vez allí, y según el relato periodístico, “Volpi trató de sacar partido de la situación queriendo armar escándalo, concitando los ánimos de sus vecinos contra la autoridad pidiendo socorro a los gritos de ¡Viva Italia!”
Un gran desorden reinaba alrededor del cadáver. A los pies había un billete de $1 peso banco de Buenos Aires, no se habían tocado algunas alhajas. Al llegar las autoridades y remover el cadáver, se le quito la corbata de lienzo puesta en el cuello. Tenía en el hueso de la nuca, que se lo habían roto, una herida de un arma contundente. Era el golpe que se denominaba en los mataderos “desnucar” provocado por estilete o daga. Fue descubierto y preso el oficial del ejército señor Carbajal al pretender pagar una factura en la casa Broqua con una moneda que el señor Platero había denunciado como sustraída. Sindicó como cómplices a los italianos Raffaele Volpi di Giovanni de cuarenta años y Vicenzo Patroni, un mercachifle de cuarenta y ocho años, ambos oriundos de Padula en Salerno. Carbajal en sus declaraciones daba innumerables detalles que fueron plenamente corroborados, precisaba el traje que cada uno llevaba la noche del crimen y especificaba que Patroni usaba alpargatas.
El 19 de febrero las autoridades policiales publicaron una supuesta confesión de Volpi en la que éste reconocía su participación en el crimen y se mostraba dispuesto a colaborar, para lo cual fue trasladado a su domicilio con intención de entregar el dinero robado. Sin embargo, una vez allí, y según el relato periodístico, “Volpi trató de sacar partido de la situación queriendo armar escándalo, concitando los ánimos de sus vecinos contra la autoridad pidiendo socorro a los gritos de ¡Viva Italia!”
José Carbajal / Raffaele
Volpi / Vicenzo Patroni
presos en el cabildo
Más tarde se los sometió
a un salvaje
interrogatorio departe
de las autoridades Como
Volpi y Patroni se
negaron a confesar el
delito, que según ellos
no habían cometido, se
les ataron los brazos,
colgándolos del techo y
prendiendo fuego debajo
de los, pies,
aplicándoles el cepo
colombiano (cepo de
dedos) y para ahogar sus
gritos se les puso una
mordaza de madera,
apretándola de tal modo
que a Volpi se le
rompieron las muelas y
dos dientes.
Sesión de tortura Volpi
y Patroni (caricatura
dominical de El
Mosquito)
Como si estas “caricias”
fueran pocas se les tuvo
dos días sin comer,
dándole como único
alimento sardinas que
les produjeron la fiebre
de la sed, aguijoneada
por un balde de agua que
se les había puesto
adelante, pero lejos de
su alcance. Compadecido
un oficial de aquellos
torturadores, les
alcanzo un jarro con
agua, acción que le
valió ser inmediatamente
arrestado y destituido
del ejercito.
Pero todo fue inútil, Volpi y Patroni seguían negando su participación. En este estado llegaron a oídos del vice cónsul de Italia, señor Enrico Perrod los rumores de lo que pasaba en el cabildo. Éste que acompañado de un médico italiano de la corbeta “Caracciolo”, se le permitiera ver a los presos. Accediose a su solicitud pero se les mostró a dos que no eran Volpi y Patroni y que por consiguiente no tenían demostración alguna de las torturas.
Pero todo fue inútil, Volpi y Patroni seguían negando su participación. En este estado llegaron a oídos del vice cónsul de Italia, señor Enrico Perrod los rumores de lo que pasaba en el cabildo. Éste que acompañado de un médico italiano de la corbeta “Caracciolo”, se le permitiera ver a los presos. Accediose a su solicitud pero se les mostró a dos que no eran Volpi y Patroni y que por consiguiente no tenían demostración alguna de las torturas.
Teniente Alejandro
Vázquez / José Francisco
Barreto / Comandante
Dupuy
El 26 de marzo el Presidente Máximo Santos emitió un decreto por el cual se suspendió en sus respectivos cargos al Jefe Político de la Capital, Francisco Barreto, y al Oficial Primero, Bernardo Dupuy, acusado de martirizar a los presos. También fueron apresados los comisarios Rufino Larraya y Juan Charlone.
El engaño no duró mucho
La numerosa colonia italiana empezó a demostrar su descontento de una manera ruidosa en vista de lo cual declararon a Carbajal único autor del crimen y pusieron en libertad a Volpi y Patroni, los cuales se dirigieron inmediatamente al consulado italiano. Fue en ese momento que el gobierno italiano dio instrucciones al jefe de la escuadrilla del Rio de la Plata, comandante Carlos de Amezaga, que enarbolara su insignia en el cañones del “Caracciolo” , que a la sazón se encontraba en Montevideo por expreso pedido de Perrod quien, luego de una serie de crímenes, ataques a diarios y un asalto a la sede diplomática brasilera en mayo de 1881, protagonizadas por bandas santistas, solicitó, al igual que otras legaciones de la época, contar con una “estación naval permanente” para “custodiar importantes intereses de nuestra colonia. La gravedad de la situación creada por las revelaciones de Volpi y Patroni, lo llevo a asumir una actitud resuelta, amenazando con bombardear Montevideo con su buque.
La intervención de Mariano Cordero
Fue en ese momento que el entonces comandante del puerto de Concepción del Uruguay Mariano Cordero (68años), al mando de un barco de guerra argentino (posiblemente había dos mas) estacionado en la bahía se interpuso con su buque entre el italiano y la ciudad. Hizo tocar zafarrancho de combate y se apresto a repeler la agresión del italiano. En vista de la actitud enérgica de Cordero, que según la propia palabra estaba dispuesto a echar a pique el barco italiano Amezaga “apago sus fuegos” y permaneció en actitud pasiva.
Así lo relataron los vascos
Durante su viaje, ocurrió en Montevideo el famoso incidente de que dos italianos fueron presos y torturados por las autoridades de la capital del Uruguay. Protestó la numerosa colonia italiana, pero en balde, y entonces Carlos de Amézaga tomó sobre sí la heroica resolución de desembarcar con una pequeña escolta, retirar el escudo y bandera del consulado general de Italia, declarar la guerra al Uruguay y notificar al presidente de la República que si no se hacía justicia y se pagaba una fuerte indemnización, bombardearía á Montevideo á las veinticuatro horas. El gobierno uruguayo tuvo miedo y cedió.
El 26 de marzo el Presidente Máximo Santos emitió un decreto por el cual se suspendió en sus respectivos cargos al Jefe Político de la Capital, Francisco Barreto, y al Oficial Primero, Bernardo Dupuy, acusado de martirizar a los presos. También fueron apresados los comisarios Rufino Larraya y Juan Charlone.
El engaño no duró mucho
La numerosa colonia italiana empezó a demostrar su descontento de una manera ruidosa en vista de lo cual declararon a Carbajal único autor del crimen y pusieron en libertad a Volpi y Patroni, los cuales se dirigieron inmediatamente al consulado italiano. Fue en ese momento que el gobierno italiano dio instrucciones al jefe de la escuadrilla del Rio de la Plata, comandante Carlos de Amezaga, que enarbolara su insignia en el cañones del “Caracciolo” , que a la sazón se encontraba en Montevideo por expreso pedido de Perrod quien, luego de una serie de crímenes, ataques a diarios y un asalto a la sede diplomática brasilera en mayo de 1881, protagonizadas por bandas santistas, solicitó, al igual que otras legaciones de la época, contar con una “estación naval permanente” para “custodiar importantes intereses de nuestra colonia. La gravedad de la situación creada por las revelaciones de Volpi y Patroni, lo llevo a asumir una actitud resuelta, amenazando con bombardear Montevideo con su buque.
La intervención de Mariano Cordero
Fue en ese momento que el entonces comandante del puerto de Concepción del Uruguay Mariano Cordero (68años), al mando de un barco de guerra argentino (posiblemente había dos mas) estacionado en la bahía se interpuso con su buque entre el italiano y la ciudad. Hizo tocar zafarrancho de combate y se apresto a repeler la agresión del italiano. En vista de la actitud enérgica de Cordero, que según la propia palabra estaba dispuesto a echar a pique el barco italiano Amezaga “apago sus fuegos” y permaneció en actitud pasiva.
Así lo relataron los vascos
Durante su viaje, ocurrió en Montevideo el famoso incidente de que dos italianos fueron presos y torturados por las autoridades de la capital del Uruguay. Protestó la numerosa colonia italiana, pero en balde, y entonces Carlos de Amézaga tomó sobre sí la heroica resolución de desembarcar con una pequeña escolta, retirar el escudo y bandera del consulado general de Italia, declarar la guerra al Uruguay y notificar al presidente de la República que si no se hacía justicia y se pagaba una fuerte indemnización, bombardearía á Montevideo á las veinticuatro horas. El gobierno uruguayo tuvo miedo y cedió.
El argentino que evitó
el bombardeo a
Montevideo / Cañonera
Paraná
Corbeta italiana
“Caracciolo” 6 cañones
de 160 mm (alcance 3.500
ms)
Entre tanto el cónsul Perrod, con la sangre en el ojo por el engaño que había sido víctima, se dirigió al Poder Ejecutivo pidiendo plena luz (??). Esto dio lugar a un cambio de notas más o menos agrias, hasta que la autoridad italiana dio por terminadas sus relaciones entre su país y la republica del Uruguay, retirando la bandera y el escudo del consulado, que fueron trasladados al cañonero “Caracciolo”.
En Buenos Aires
La intervención del ministro italiano Cova en Buenos Aires, a quien su gobierno había dado las instrucciones necesarias, dio en tierra con el conflicto sobre la base del siguiente arreglo:
Arresto de los culpables
Pago de 50 mil francos a Volpi y Patroni
Rectificación pública de las expresiones contenidas en publicaciones oficiales
Visita del Presidente de la Republica al ministro de Italia
Al día siguiente tuvieron lugar las ceremonias de desagravio al cónsul Perrod. Cinco piezas de artillería frente al cuartel del 3º de cazadores hicieron una salva de 21 cañonazos al mismo tiempo que izaba la bandera nacional y la italiana. Media hora antes el presidente de la republica acompañado de su secretario Corralón de la Rúa, del ministro de relaciones exteriores Manuel Herrera y Obes y el sargento mayor Ángel de León se habían presentado al Hotel Oriental, sede de la legación de Italia, a cumplir con una de las bases del arreglo.
Entre tanto el cónsul Perrod, con la sangre en el ojo por el engaño que había sido víctima, se dirigió al Poder Ejecutivo pidiendo plena luz (??). Esto dio lugar a un cambio de notas más o menos agrias, hasta que la autoridad italiana dio por terminadas sus relaciones entre su país y la republica del Uruguay, retirando la bandera y el escudo del consulado, que fueron trasladados al cañonero “Caracciolo”.
En Buenos Aires
La intervención del ministro italiano Cova en Buenos Aires, a quien su gobierno había dado las instrucciones necesarias, dio en tierra con el conflicto sobre la base del siguiente arreglo:
Arresto de los culpables
Pago de 50 mil francos a Volpi y Patroni
Rectificación pública de las expresiones contenidas en publicaciones oficiales
Visita del Presidente de la Republica al ministro de Italia
Al día siguiente tuvieron lugar las ceremonias de desagravio al cónsul Perrod. Cinco piezas de artillería frente al cuartel del 3º de cazadores hicieron una salva de 21 cañonazos al mismo tiempo que izaba la bandera nacional y la italiana. Media hora antes el presidente de la republica acompañado de su secretario Corralón de la Rúa, del ministro de relaciones exteriores Manuel Herrera y Obes y el sargento mayor Ángel de León se habían presentado al Hotel Oriental, sede de la legación de Italia, a cumplir con una de las bases del arreglo.
Ministro uruguayo de
Relaciones Exteriores /
Cuartel del 3º de
Cazadores / Juez Julio
Sáenz
La pruebas contra Patroni y Volpi eran importantes, el juez con una “indolencia musulmana”, no hizo caso de todos los antecedentes. Era necesario poner en libertad a los presos martirizados: no importaba que cómplices de Carbajal quedaran impunes. Carbajal fue condenado a pena de muerte, pero notando el tribunal todas las irregularidades cometidas en el proceso paso una nota reservada al juez y mando instruir un nuevo sumario para ver las responsabilidades de Volpi y Patroni. Pero tarde estos ya se hallaban en Europa, disponiendo de las comodidades que les daban los 50 mil francos (250 kg. de plata, equivalente hoy a U$S 225.000 )
Así lo vieron los periodistas 26 años después
Caras y Caretas sostenía que Carabajal no actuó solo, así que lo fueron a visitar a la penitenciaria de Montevideo, donde cumplía una prolongada condena. En 1908 no es ya un hombre flaco, casi raquítico como cuando perpetro la hazaña sangrienta. Su rostro afeitado tiene una expresión de inteligente. Habla con facilidad, nos cuenta la pésima experiencia de sus primeros años en la cárcel. Relata que su padre era jefe de la escolta del general Goyo Suárez y el mismo siendo un niño formó parte de las fuerzas en la batalla del Sauce. Allí en un entrevero fue muerto su padre y él saco el cadáver entre los enemigos cuando estaba a punto de ser degollado, recibiendo un lanzazo que lo dejo rengo para el resto de su vida. Le instigamos a que con toda franqueza nos cuente cual fue su actuación en el delito y si tuvo o no cómplices. Nos dijo que los aludidos están fuera del alcance legal ¿Porqué se declaro único culpable? Nos contestó que hallándose en el calabozo recibió departe de algunos jefes, hoy personajes de alta figuración, insinuaciones repetidas aunque veladas en las que le sugerían declararse único autor ya que beneficiaría su causa. Además las torturas de Volpi y Patroni influyeron en su declaración. Concluyo, “digo la verdad, mi palabra en estas condiciones tienen la autoridad comparable a la de un espíritu del otro mundo”…. En efecto era un muerto civil el que hablaba.
La pruebas contra Patroni y Volpi eran importantes, el juez con una “indolencia musulmana”, no hizo caso de todos los antecedentes. Era necesario poner en libertad a los presos martirizados: no importaba que cómplices de Carbajal quedaran impunes. Carbajal fue condenado a pena de muerte, pero notando el tribunal todas las irregularidades cometidas en el proceso paso una nota reservada al juez y mando instruir un nuevo sumario para ver las responsabilidades de Volpi y Patroni. Pero tarde estos ya se hallaban en Europa, disponiendo de las comodidades que les daban los 50 mil francos (250 kg. de plata, equivalente hoy a U$S 225.000 )
Así lo vieron los periodistas 26 años después
Caras y Caretas sostenía que Carabajal no actuó solo, así que lo fueron a visitar a la penitenciaria de Montevideo, donde cumplía una prolongada condena. En 1908 no es ya un hombre flaco, casi raquítico como cuando perpetro la hazaña sangrienta. Su rostro afeitado tiene una expresión de inteligente. Habla con facilidad, nos cuenta la pésima experiencia de sus primeros años en la cárcel. Relata que su padre era jefe de la escolta del general Goyo Suárez y el mismo siendo un niño formó parte de las fuerzas en la batalla del Sauce. Allí en un entrevero fue muerto su padre y él saco el cadáver entre los enemigos cuando estaba a punto de ser degollado, recibiendo un lanzazo que lo dejo rengo para el resto de su vida. Le instigamos a que con toda franqueza nos cuente cual fue su actuación en el delito y si tuvo o no cómplices. Nos dijo que los aludidos están fuera del alcance legal ¿Porqué se declaro único culpable? Nos contestó que hallándose en el calabozo recibió departe de algunos jefes, hoy personajes de alta figuración, insinuaciones repetidas aunque veladas en las que le sugerían declararse único autor ya que beneficiaría su causa. Además las torturas de Volpi y Patroni influyeron en su declaración. Concluyo, “digo la verdad, mi palabra en estas condiciones tienen la autoridad comparable a la de un espíritu del otro mundo”…. En efecto era un muerto civil el que hablaba.
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