Wednesday, January 9, 2019

EL EXODO DEL PUEBLO ORIENTAL

El éxodo del Pueblo Oriental

Cada uno de quienes emigramos llevamos un Artigas y un Oriental dentro nuestro y el terco deseo de un día regresar a nuestra República Oriental del Uruguay


Se denomina éxodo oriental o éxodo del pueblo oriental a la emigración colectiva de habitantes de la Banda Oriental que siguió a José Artigas hasta el Salto Chico después del armisticio de octubre de 1811. La denominación, que terminó por sustituir la historia de la Redota, nombre dado por sus mismos protagonistas, fue empleada por el historiador Clemente Fregeiro en 1883. Se le considera uno de los hechos centrales y primogénitos en la formación del sentimiento nacionalista uruguayo, una especie de conciencia prefigurada de ser un pueblo “distinto” o “diferente”, al porteño, al español y a cualquier otro, por eso se le considera al hecho de la Redota, como fermental para el nacimiento de la “orientalidad”.

El éxodo del pueblo oriental
En 1811, los orientales artiguistas rechazaron el acuerdo entre el gobierno de Buenos Aires y los españoles, y abandonaron su territorio.

LA PANADERIA DE VIDAL
Primera reunión de los Orientales

Los intereses de los orientales que habían apoyado desde un primer momento a la Junta, fueron dejados a un lado.

Estos se reunieron, por primera vez, en la Panadería de Vidal (ubicada a la altura del cruce de las actuales calles Yaguarí y Martín C. Martínez), el 10 de setiembre de 1811. Se contaron los asistentes en algo más de cien personas.

Entre otros se destacaban los coroneles Rondeau y Artigas, el presbítero Dámaso Antonio Larrañaga, don Miguel Barreiro, el capitán Felipe Santiago Cardozo, don Carlos Anaya y don Tomás García de Zúñiga.

Los representantes porteños dieron cuenta de lo tratado hasta el momento con Elío y explicaron los desastres del Ejército en el Alto Perú, así como del peligro que significaba el avance portugués. Los orientales expresaron que el sitio no se podía levantar hasta que la Junta escuchara su parecer.

Todos estos acontecimientos aceleraron la caída de la Junta Grande que había sustituido a la Junta de Mayo. Los sucesos de los días 5 y 6 de abril de 1811 repercutieron en la Banda Oriental con el remplazo de don Manuel Belgrano por don José Rondeau en el mando del Ejército.

El 23 de setiembre se organizó en Buenos Aires el primer Triunvirato, nuevo ejecutivo integrado por Juan José de Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea.

Se apura la paz. Los montevideanos esperan refuerzos mientras los porteños reorganizan sus ejércitos. El 7 de octubre de 1811 Elío y Buenos Aires llegan a un acuerdo que será aprobado más tarde.

LA QUINTA DE LA PARAGUAYA
El preludio del Éxodo

El 10 de octubre tiene lugar la segunda reunión de los orientales, en la quinta de la Paraguaya. Los orientales dejados a un lado se enteran de su futura suerte y presentan una nota ante el jefe sitiador José Rondeau. En ella solicitan se les escuchase antes de ser levantado el sitio.

Concurre a esta reunión el delegado bonaerense José Julián Pérez, ante el cual exponen los orientales su decisión de mantener el sitio por sí solos. De nada valieron las explicaciones del Dr. Pérez, ni las derrotas del Alto Perú ni el peligro portugués, para cambiar de idea a los orientales.

En esta reunión el Coronel Artigas es designado General en Jefe de los Orientales. En los momentos de peligro, en las horas de incertidumbre, el comandante militar es llamado por su pueblo para transformarlo en su guía, en su Conductor.

Esto ocurría el 10 de octubre. El 14 es levantado el sitio por parte de Rondeau, los orientales confiados en que sus aspiraciones iban a ser escuchadas por el novel Triunvirato y con la excusa de ocupar una posición mejor para defenderse de los portugueses, siguen al ejército de Rondeau.

El 20 de octubre Elío aprueba el Tratado (armisticio) sobre las bases del 7 de octubre. Las fuerzas de Rondeau abandonan la Banda Oriental sobre la cual Elío ejercerá total jurisdicción. Quedaban bajo su dependencia, además, los pueblos de Arroyo de la China, Gualeguay y Gualeguaychú. Mientras que Elío levantará el bloqueo de Buenos Aires y de los ríos.

Los orientales se enteran de la firma del Tratado el 23 de octubre, en el Paso de la Arena (San José), donde no son contemplados. Eran abandonados al enemigo prácticamente sin ninguna garantía. Deciden emigrar poniendo de manifiesto, en ese momento, la tendencia autonomista de la Banda Oriental.

El "Nada debemos esperar sino de nosotros mismos" aparecería asentado a partir de estos momentos en el epistolario artiguista a lo largo de la década.

De allí en más, a lo largo de nuestra vida como Estado independiente, siempre tendremos en cuenta la expresión: "¡Pobre de aquellos que van a buscar ayuda al extranjero para solucionar los problemas domésticos! ... Traerán sobre sí la condena de las generaciones venideras."

Ya se tornaban intolerables las arbitrariedades de ciertos españoles metropolitanos con los criollos. Discriminaciones políticas, exclusiones sociales, exacciones financieras, temores a acosos desde la frontera bandeirante de los mamelucos del Portugal brasileño.
Había que organizarse pese a que desde el 28 de febrero de 1811 en mi Mercedes nativa había estallado el Grito de Asencio contra el cargoso Borbón y sus autoridades lugareñas, que el 11 de abril del mismo año, también en mi localidad,el Pepe Artigas hizo la proclama de:

“-A la Empresa Compatriotas y tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo”.

Y no eran paparruchas de rifirrafe lo que afirmaba. El 18 de mayo le quitaron los humos alcohólicos en las Piedras a los marineros en tierra de Posadas y luego pusieron sitio a Montevideo, todo bajo la rectoría lejana de Buenos Aires, aunque con tutela formal.
Cuando San Felipe y Santiago de Montevideo no quería más, hicieron lo suyo las amenazas de invasión portuguesa que podían friccionar las relaciones con los españoles y las consecuentes preocupaciones de los ingleses que no querían grietas en la unidad de sus aliados contra el Napoleón francés en la cima de su gloria europea. Para colmo los ejércitos de Buenos Aires pierden en todos los frentes-menos en la Banda Oriental- y se teme un contragolpe desde el Perú por Jujuy.
De la geopolítica, se pergeñó una ominosa solución.Que no penetrasen los portugueses en la Banda (igual lo hicieron), que se levantase el sitio a Montevideo y que Buenos Aires no fuera amenazada por la contraofensiva ibérica.
Les servía a casi todos…menos a los orientales que quedaban potencial y realmente sujetos a las venganzas de los españoles y a las partidas sueltas portuguesas, crueles e infames en sus violentismos perversos.
Había que organizarse ante la nueva situación. Aparecen las formas más rudimentarias en simples reuniones llenas de dolor y miedo. El 10 de setiembre de 1811 en la panadería Vidal; el 10 de octubre, un mes después, en la Quinta de la Paraguaya donde se elige a Artigas Primer Jefe de los Orientales.¡Había nacido el Pueblo Oriental! Tenía Gobierno mediante la forma embrionaria más vital, la de las relaciones de fidelidad entre quien manda por delegación de soberanía y quien voluntariamente lo acepta. 10 de Octubre de 1811, verdadero hito mayor de la Independencia Nacional, ¡qué no hay otro que se le parezca! Los pueblos gritan pesadumbres máximas y en esas supremas tribulaciones adquieren por un lado conciencia de existencia propia y a su vez interpolan diferenciaciones mutantes con otros de distinto palo.
Levantan el Primer Sitio y arrancan las peonadas en armas siguiendo al Jefe - imprescindible y sublimado imago de nacencia emergente en el drama disparador que ilumina la conciencia gregaria-, enviado por Buenos Aires a gobernar el Yapeyú. Pero ¡oh sopresa! La gente lo sigue, medrosa de la indefensión en que ha quedado.
Artigas, por ahora, simple caudillito, está superado por los acontecimientos. Da órdenes estrictas a sus tenientes:
-“ Procure que no me sigan. No puedo defenderlos de portugueses, españoles ni de hombres sueltos. Retrasan mis marchas”.
Pero en los Campos de Soriano, cerca del arroyo Correntino, desembocadura con el río Negro, se produce la alquimia sagrada de la épica transmigración del caudillito en CAUDILLO y sobre todo en el más grande HOMBRE de la Revolución Platense, Independentista, Republicana, Federal, Constituyente, Agraria, Librecambista -Proteccionista, Educacional, Sanitaria y a favor de los pueblos amerindios pre existentes, con mayores privilegios que los después llegados, pues eran aquellos los más infelices.
Le ordena a don Mariano Vega:
-“Pero si insisten….déjelos nomás que me sigan!”.
Asumió la paternidad, hecho no solo biológico unipersonal sino social que debe ser siempre responsabilidad asumida hasta el fin de todas las consecuencias emergentes o definitivas.
Nació así el general de humildes más noblemente terco de toda la historia sudamericana.
Ya han contado los historiadores de fina firma, las vicisitudes de la Derrota. Diez mil almas en El Ayuí, costa argentina del río Uruguay frente a Salto dentro de las mayores privaciones. Naciendo y muriendo. Creciendo en el sacrificio. Con el maná de la esperanza. No fueron a una tierra nueva y prometida. Dejaron la suya para alguna vez volver.Y lo harían, ya en 1812, poniéndole otra vez Sitio a Montevideo para allí encontrar más traiciones e inmundicias. Después….después….Después es ¡Hoy! Guste o disguste. Tras tantas Ilíadas ¡cúantas Odiseas! aunque ya no cabalgando, sólo avionando...que del nuevo éxodo se trata.

Alfredo Saez Santos


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