Tuesday, January 22, 2019

La Locomotora "Criollo"

La Locomotora "Criollo"
En los talleres del Ferro-Carril Nor-Oeste del Departmento de Salto, República Oriental del Uruguay se logró lo que hasta entonces no se había hecho en ningún lugar de la América del Sur: construir una locomotora.

Facsimil del periódico "El Pueblo"  recordando la historia de "la Criollo"

"La Criollo" en plena actividad



La construcción de la locomotora "criollo" da comienzo a fines del año 1894 y finaliza con total éxito el 12 de junio del año 1895.
Todo comenzó en los Talleres de Remesa en Salto, aquí se fabricó la primera máquina a vapor de Sudamérica, nuestra CRIOLLO.


A fines del año 1890 el ingeniero Allan Darton, inglés Director General de Remesa Salto y de la línea noroeste se le ocurrió una brillante idea, construir una locomotora, entonces diseñó cuidadosamente los planos.

Aquí se fundieron ejes y ruedas y todos los hierros comunes, y las piezas vitales se mandaron a hacer a Inglaterra.

Con los planos del ingeniero Darton hubo que hacer moldes, el carpintero que fabricó estos moldes fue Juan Gallinotti y la fundición se llevo a cabo en los talleres de José Pons.

Cuando estaba todo pronto solo faltaba venir de Inglaterra la caldera, esta fue embarcada pero en su trayecto el barco fue azotado por una tormenta que rompió la cadena que sujetaba la caldera y esta se fue al fondo del océano.

Entonces decidieron hacerla en Salto, esperar otra demoraría mucho tiempo.

Por fin llego el día esperado, fue allá por junio de 1892, todo era alegría esperando la prueba, esta fue todo un éxito, la poderosa locomotora que fue diseñada para correr y no para remolcar vagones con mucha carga, alcanzó los 80 km por hora.

A la vuelta todo el personal y el barrio entero aplaudieron aquella hazaña, contaba el abuelo Santos que el ingeniero Darton dijo: “CRIOLLO LINDO!!” y así nació su nombre. Después se le implantó en los costados una chapa de bronce con el nombre de “CRIOLLO”.

Esta máquina estaba construída solo para viajes rápidos remolcando de dos a cuatro vagones; decía el abuelo que le tocó varias veces ir a Palomas a llevar al doctor Chiazzaro para atender enfermos en la estancia de los Maldini.

En 1904 cuando la revolución vino a Salto el presidente Feliciano Viera, en un tren oficial con tropas y a la vuelta lo mandaron a él adelante con la Criollo para verificar que las vías estuvieran bien porque tenían miedo de una bomba en la vía, pero felizmente no pasó nada.

El abuelo a la llegada a Montevideo en los talleres Peñarol cuando se bajó de la Criollo entre las grandes máquinas que había allí, el personal capitalino se reía y le tomaban el pelo por lo pequeña de su máquina y le decían si él era el manisero con su carrito vendiendo maníes.

Unos años más adelante en una fría mañana de invierno en la Remesa aparece en la oficina del jefe uno de los administradores de la compañía, diciéndole al jefe que precisaba viajar urgente a Montevideo y que debía estar en la capital a la hora 20, entonces el jefe llama a Santos Barbieri, uno de sus maquinistas más experimentados y le dice que tiene que llevar urgente al administrador a Montevideo.


Don Santos hizo rápidamente las cuentas y les explicó que era imposible, que para llegar a la capital a esa hora debería viajar a más velocidad de lo que le permitía el reglamento interno del ferrocarril. El inglés entonces montó en cólera y a los gritos le dijo "usted me baja en Central a la hora mencionada que de los reglamentos me encargo yo, a ese reglamento lo escribí yo".

Entonces Don Santos también se enojó y les dijo para que pasaban el año entero estudiando el reglamento y machacando con su cumplimiento. El gringo se retiró de la oficina sumamente ofuscado y le dijo al jefe que arreglara este asunto de cualquier manera.

Cuando quedan solos, el jefe le dice al abuelo, "¿que te pasa Santos? ¿estás loco? ESTE GRINGO NOS VA A PONER A LOS DOS DE PATITAS EN LA VIA" y Don Santos le dice "qué se cree este gringo de mierda, pasa todo el tiempo garganteando que el reglamento esto y que el reglamento aquello y ahora viene a borrar con el codo lo que escribió con la mano, porque no aviso antes. Aparte el tiempo no alcanza para llegar a Montevideo a esa hora, yo no puedo correr la locomotora a esas velocidades, superar los 60 km de promedio sería una locura, nos vamos a poner la vaporera de sombrero." 

Y el jefe volvió a hablar: “Mirá Santos, vos haceme caso y no seas cabeza dura, no hagas calentar al gringo, vos ponelo arriba de la máquina y largá, después si llegás en hora o no se verá, pero salí de una vez que estamos perdiendo un tiempo hermoso y así descomprimimos esta difícil situación, ya di la orden, tu vaporera esta pronta." 

El abuelo se sienta y después de pensar 5 minutos le dice: "MIRÁ JEFE, YO VOY A PONER A TU SEÑORITO EN HORA EN MONTEVIDEO, QUEDATE TRANQUILO. Le voy a enganchar a la maquina cuatro vagones de carga vacíos para alargar el convoy y lograr más estabilidad. Este gringo va a saber lo que camina una vaporera, ahora vamos a ver los puntos que calza, no vaya a ser que después arrugüe y tenga miedo al descarrilo. Porque el problema que tenemos no es la vaporera, ellas caminan muy bien, el problema que tenemos es la vía, hay tramos que no son seguros y en los cuales tengo que pasar muy despacio… ¡QUE SE CREE ESTE GRINGO QUE ESTÁ TRATANDO CON LIVIANITOS!" 

“Si precisás mas vagones no hay problema, agarrá los que precises”, dijo el jefe. 

“No” le dijo el abuelo, “con cuatro vagones logro una mejor estabilidad que con la vaporera sola, pero si sigo agregando vagones queda un convoy muy largo y en las curvas cuando la mitad del tren haya doblado la otra no y entonces los últimos vagones pueden coletear, son vagones vacios, si fueran cargados si es más estable un convoy largo.”

“Bueno” dijo el jefe “déjate de consideraciones técnicas y llevá este gringo de una vez que SI NO VAMOS A QUEDAR TODOS EN LA VÍA”. 
Y así fue, el administrador estuvo en Montevideo media hora antes de lo indicado. 

Al otro día al volver a Salto el jefe le comunica a Don Santos que estaba suspendido 5 días por orden superior, por haber excedido el límite de velocidad permitido en el reglamento, el abuelo se fue malísimo para su casa, cumplió su pena y se reintegró a su trabajo.

Al llegar a fin de mes el tren de los pagos, el pagador le entrega al abuelo su sobre de pago con el descuento de 5 días de suspensión, otra calentura para el porfiado tano.

A los pocos días llega un tren proveniente de central con un sobre certificado para Don Santos, se lo entregan y este lo abre y se encuentra con el dinero de los cinco días que le habían descontado y una libra esterlina.

La moneda de plata tiene en uno de sus lados dos soldados con sus lanzas y un escudo con dos dragones, símbolo de la corona británica y del otro lado dice "con las felicitaciones del marqués de Willingdon.” y del otro lado dice "con las felicitaciones del marqués de Willingdon.”

Trayectoria:


La Criollo durante toda su vida prestó servicios exclusivamente para el N.W.U.R. entre Salto y Santa Rosa, posteriormente Bella Unión, trabajando como locomotora de línea y en menor medida haciendo alguna maniobra para el North Western of Uruguay Railway. Esta empresa fue una compañía Británica que operó en Uruguay desde 1887 hasta 1949, cuando la compañía pasó a manos del Ferrocarril Central del Uruguay al tomar el estado, el control total de todas las compañías de ferrocarriles que operaban en Uruguay, y estatizarlas bajo una misma orbita. 

En el caso de la Criollo, la misma comenzó a ser parte del Patrimonio del Estado, sin embargo la para ese entonces elevada edad de la locomotora la mantuvo activa poco tiempo más, siendo dada de baja a principios de los años 50, y desde ese entonces jamás volvería a funcionar. Al crearse AFE en 1952 y reconociendo que dicha locomotora había nacido en las entrañas de una empresa de capitales extranjeros pero sobre suelo uruguayo, se la decidió donar a un museo salteño donde la maquina permaneció desde entonces. 

Un registro interesante es el que cuenta el libro "Salto de ayer y de hoy" de 1955, este relata una extraña anécdota ocurrida a su escritor, el señor Taborda que menciona que en ese año vio en el galpón de la remesa Salto, a la locomotora de fabricación Nacional la "Criollo" y a la "Salto" juntas "descansando" según sus palabras. Se desconoce si esta información es certera, ya que de ser cierto, la locomotora Salto estaría fuera de servicio desde hacia ya 21 años. 

En los años 60 la "Criollo" estaba en el museo que había en una casa sobre la actual ex Ruta 3, en el Parque Harriague, junto al ultimo tranvía de caballos de los servicios de Salto, el que estaba muy mal cuidado. Permaneció allí hasta los últimos años 70 o primeros 80, cuando sufrió un último traslado a los fondos del Museo del Hombre y la Tecnología.

Desde que terminó el servicio en la compañía inglesa, jamás volvió a funcionar y los años hicieron su trabajo degradando a la máquina, que si bien durante las primeras décadas de su descanso, recibió los cuidados mínimos, cuando se la trasladó a su actual ubicación empezó a perder partes ya que se encontraba en el exterior del Museo. Tiempo después se le construyó una reja y una cubierta que ayudaron a su "conservación". Afortunadamente, y a pesar del vandalismo, la "Criollo" aún se conserva con todos sus componentes mecánicos, hoy bajo techo aunque al aire libre.


Locomotora “Criollo” declarada Monumento Histórico Nacional


La Comisión Honoraria del Patrimonio Histórico, tras ardua investigación posterior evaluación y formalización de solicitud, logró que La Locomotora “Criollo” fuera declarada Monumento Histórico Nacional. Dicha locomotora (a vapor número 11) hace ya muchos años que está en el predio del museo del Hombre y la Tecnología. La “Criollo” era propiedad de la Compañía Inglesa, que atendía este servicio. Santa Rosa (luego denominada Bella Unión) era el tramo que atendía y que cesó en 1949, cuando la Compañía pasó a poder de AFE. Fue colocada allí a partir de la donación hecha por el Estado Uruguayo en 1952. A partir de esta resolución, decretada por el Ministerio de Educación y Cultura, esta locomotora no podrá ser utilizada para fines que puedan dañar la estructura de la misma y será sometida a controles periódicos, que confirmen su buena conservación.


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