Sucesos que impactaron
la opinión pública de los uruguayos
EL ESPECTACULAR ROBO DE “LAS MONJITAS”
UNA CRÓNICA DE ANGEL DE
VITTA
Dos
periodistas de la desaparecida publicación "Mundo
Uruguayo" de la época disfrazados recrean el
espectacular robo.
FUE ESPECTACULAR. ALGO QUE SI
HUBIERA SUCEDIDO EN ESTADOS UNIDOS HABRÍA LLEGADO A HOLLYWOOD PARA
TODO EL MUNDO. CON EL PASO DEL TIEMPO, LOS URUGUAYOS NOSTÁLGICOS,
ENTRE ELLOS LOS VIEJOS POLICÍAS, EXPERTOS SABUESOS, MIRANDO EN EL
TIEMPO LO RECUERDAN HASTA CON UNA PIZCA DE CARIÑO. ROBARON UN BANCO,
MUCHA PLATA, RÁPIDAMENTETE, NO HIRIERON A NADIE Y NUNCA LOS
DESCUBRIERON. PARA QUE LO REMEMOREN Y DISFRUTEN COMENZAMOS ESTE
ESPACIO CON ESTE SENSACIONAL CLÁSICO POLICIAL URUGUAYO.
El Banco La Caja Obrera, a
principios de la hermosa década de los ´60 con tantos gratos
recuerdos, tenía una sucursal cerca del centro “tirando” más para
el especial barrio de la Aguada tan lleno de variado paisaje,
colores, personajes y olores.
Hacía poco la habían
abierto, en Rondeau 1637 esquina Agraciada, mejor dicho Brigadier
J. A. Lavalleja. En esa época cerca de allí se encontraba la tienda
Introzzi que era como Soler y también muy cerca estaba la
desaparecida casa Cardellino. Mi madrina siempre me recuerda que
próximo se encontraba la confitería Torre Eiffel que fue donde
compraron los confites para su cumpleaños de 15. Era pleno otoño.
Había un viento bárbaro; los que vivieron este sensacional caso
policial se acuerdan bien.
La verdad es que fue algo tan
espectacular que daría para hacer un libro que sería un best-seller
mundial. Y ni que decir si se hiciera una película. Sería éxito
mundial. Todavía cuando los veteranos uruguayos lo recuerdan se les
pone la piel de gallina y le brilla los ojos. Pero sigamos...
Era exactamente el lunes 20 de mayo de 1963.
La hora: 13:05. El tiempo según la Dirección Nacional de
Meteorología pronosticaba:
inestable con lluvias y lloviznas aisladas. Cielo nuboso y
cubierto. Temperatura poco cambio. Vientos del N.O. al S.O.
moderados. Frente frío se aproxima al país.
Por esas casualidades de la
vida no había ningún cliente ese día en el banco a esa hora. Sólo se
encontraban sus funcionarios: Lisardo Valdéz (gerente), Nilo Adán
Babuglia Zanelli (jefe de oficina), José Pedro Caligaris (cajero),
Fernando Da Cruz y Alberto Pedro Castagna (auxiliares) y Julio
Acosta (conserje). La institución trabajaba con clientes importantes
como varias firmas industriales y comerciales. En el banco había una
suma superior al medio millón de pesos.
El local
bancario asaltado rodeado de policías, periodistas y
cientos de personas que se hicieron presentes ante la
sensacional noticia
El local actualmente está
igual que aquel año. Tiene una amplia vidriera que lo hace similar a
una automotora y muy espacioso. Traspuesta la puerta de entrada,
hacia la derecha estaba el despacho del gerente que comunica con el
recinto de los empleados. Un largo mostrador separaba del sitio
donde concurría el público y al fondo existía una pequeña puerta de
vaivén en el lado izquierdo del mostrador. Una puerta comunicaba con
un ambiente interior donde estaba una improvisada cocina y el
gabinete higiénico. Pero aquel día iba a pasar algo sensacional que
quedaría para la historia...
Próximo a la una y cinco de
la tarde, venían bajando por Agraciada dos “monjitas” de túnica
gris y la tela que le cubre la cabeza de color negro y las cofias
blancas. Nadie les prestaba atención , de haberlo hecho habrían
advertido que sus pasos eran demasiado largos. “Una” era alta,
delgada y llevaba lentes transparente que permitía ver sus ojos
claros dando el aspecto de ser “rubia”. La “otra” era baja,
“rellenita” y llevaba lentes oscuros y el cutis también era blanco.
Eran jóvenes, entre 25 y 30
años. La bajita venía “matándose” de la risa aparentemente de lo que
le venía diciendo al oído la más alta. Uno supone que los tipos
además del nerviosismo por lo que iban a hacer minutos después,
también entre ellos estarían tentados de risa viéndose vestidos así.
Subiendo por Agraciada hacia el centro, venía
un grupo de liceales que se cruzó con las “monjitas” y notó algo
raro en sus desplazamientos. Una de las liceales, María del Carmen
Porta de 12 años, se percató que eran dos hombres disfrazados y por
curiosidad los siguió. Sus compañeros le dijeron “ no te metas en
líos” y continuaron. Su sorpresa fue mayor cuando vio que
entraron al Banco y “se hizo toda la película”. Pensó:
“estos tipos van a robar”.
Corrió hasta una farmacia
cercana informando del hecho y aunque no le creían mucho, de todas
formas llamaron a la policía pero hubo demora en atender. Un testigo
que estaba en dicha farmacia fue hasta el banco y miró a través de
la amplia vidriera y observó a una de las “monjas”, la más baja con
lentes oscuros. Estaba sentada en la banqueta junto a la entrada de
Gerencia al lado del mostrador y miraba hacia la calle.
“La” vio tan tranquila que
rechazó la idea que estaban robando. Cuando la liceal regresó al
lugar, vio como las “monjas” se alejaban rápidamente. Quiso
seguirlos cruzando Agraciada pero el tránsito se lo impidió hasta
que se perdieron de vista.
EL ROBO AL BANCO
Cuando las “monjitas”
entraron al banco no despertó sorpresa porque era usual que las
hermanas de caridad acudieran al mismo buscando colaboración.
Incluso el gerente le dijo a uno de los empleados que les dijera que
el gerente no estaba. Ellos preferían que la colaboración la
pidieran en la central y no en sucursales. Pero las “religiosas”
rápidamente se separaron y mientras “una” se desplazaba junto al
mostrador, la “otra” entraba decidida al despacho del gerente y
luego al recinto de los empleados. Cuando se acercaron, éstos
advirtieron que se trataba de dos hombres empuñando sendos
revólveres calibre 38 extraídos de sus bolsos negros como el que
usaban las monjas de verdad. El más bajo llevaba la voz cantante y
con acento calmo indicó a los empleados que pasaran “por la
segunda puerta” (a la cocina y baño) apuntándoles con su
revólver. Un segundo después se le sumaba el otro y requerían la
presencia del gerente. “Que salga el gerente” ordenaron.
Cuando el mismo les abrió la caja fuerte, uno de los asaltantes lo
hizo volver a la cocina. Con tono sereno pero firme recomendó:
“quédense quietos y no pasará nada. Si alguien se asoma les tiramos
un Molotov”. Hablaban un correcto español.
El saltante buscó unos
instantes la llave para cerrar por fuera la cocina pero no la
encontró y simuló atarla con una cuerda. Lo que pasó después nadie
lo vio. Se robaron en total 406.485 pesos uruguayos pero dejaron
118.000 pesos más por inadvertencia que se hallaban en una caja
auxiliar en una pieza al lado de la cocina donde estaban los
empleados. Todo la acción la hicieron en sólo 7 minutos. No
maltrataron a nadie y lo hicieron hasta con cortesía aunque en forma
decidida. Ocho minutos después llegaba la policía quienes
entremezclados con los periodistas acosaban a preguntas a los
empleados. La investigación estuviero a cargo del subcomisario de
investigaciones Walter Pereyra y el subdirector de investigaciones
Guillermo Copello. Se logró confeccionar un “identi-kit” de los
asaltantes.
Al salir del banco las
“monjitas” cruzaron Agraciada que si bien a esa hora el tránsito es
denso, quizá por sus atuendos les facilitaron el cruce. Según la
joven liceal le pareció que al cruzar a la acera opuesta entraron a
un café. Pero en realidad no entraron allí sino a un edificio sito
en Agraciada 1640. Una persona les dio paso gentilmente hacia el
ascensor diciéndoles: “pasen hermanas” y la más alta sin
disimular su voz de hombre le contestó: “gracias pero estamos muy
apuradas” y subieron “volando” por las escaleras. Probablemente
minutos después los asaltantes abandonaron el edificio que tenía
salida por la calle Galicia 1154 a través de un garage. Los hábitos
nunca aparecieron. Las “monjitas” tampoco. Habían consumado el más
abultado y novedoso asalto jamás registrado en Uruguay.
Al principio cuando se hizo
público y toda la sociedad uruguaya se enteró del hecho no lo
podían creer. Había mucha confusión. La noticia dio la vuelta al
mundo. No se podía creer semejante cosa que parecía como para
promocionar algo. Todos los diarios se hicieron eco de la
espectacular noticia.
Por supuesto cuando en 1965
comenzó a salir todos los martes el semanario policial AL ROJO VIVO
de Antonio García Pintos, lo publicó con detalles. Otro que también
lo trató en sus páginas fue la conocida publicación MUNDO URUGUAYO.
Si alguien se lo pone a
pensar, ¿a quién se le habría ocurrido? Que se recuerde algo casi
similar, por lo espectacular, fue un robo también a un banco en
EE.UU. por un hombre, un muchacho, que estaba disfrazado de EL
LLANERO SOLITARIO. Pero la diferencia fue que le “salió el tiro por
la culata” porque no logró robar ni un solo dólar y además lo
apresaron y tuvo que purgar una condena. Esto ocurrió por la década
de los ´70. ¡Qué épocas! ¿Será que antes hasta los ladrones tenían
más imaginación, originalidad y menos violencia que la sociedad de
los últimos tiempos a pesar de tener más tecnología y comodidad?
Los
asaltantes según el identi-kit
Según
datos aportados por los empleados bancarios se pudo
bosquejar estas tres fisonomías de los asaltantes.
LO QUE SE SUPO
La policía sospechó que el
“trabajo” fue “entregado” porque entre otras cosas el lugar donde fueron
encerrados los empleados del banco era el único donde no había alarma.
Por otro lado la serenidad con que acutaron los asaltantes demostraba la
“profesionalidad” y experiencia de los mismos. Se tuvo los datos que se
trataba de una banda organizada que luego viajó a Buenos Aires.
También al principio se sospechó
de ladrones argentinos porque en esa época en Buenos Aires era usual el
atraco a bancos por asaltantes disfrazados, aunque los disfraces
usualmente eran de policía. También cabe recordar que en nuestro país
hubo muchos robos violentos cuyos protagonistas eran pistoleros
argentinos como el famoso robo al cambio Messina que fue una masacre.
También el famoso pistolero “Varelita” que era argentino.
Se supo que las “monjitas” se
presentaron horas antes del atraco, a las 11:55 a.m., a una compañía
aérea ubicada en la calle Paraguay para adquirir pasajes para Buenos
Aires. Exhibieron un pasaporte español y otro mexicano. El funcionario
de la misma les dijo que los pasaportes carecían de las visaciones
correspondientes y fue cuando las “monjas” –que al funcionario no le
parecieron tales- le pidieron asesoramiento para un viaje a Rivera,
explicándoseles que lo más fácil era por ferrocarril.
Probablemente intentaban cruzar
la frontera luego del atraco. Por eso la policía bloqueó la frontera
pero tampoco dio resultado.
Un transeúnte que minutos después
del asalto venía por la calle Paraguay casi Uruguay, fue “pechado” por
dos “monjas” que denotaban singular prisa. Observó que daban pasos muy
largos y casi le hacen caer el abrigo que llevaba en su brazo. El hombre
sacudió su cabeza incomprensivo y no dio importancia. Recién después de
lo sucedido lo relacionó con el famoso robo.
En Rivera se detuvo a un hombre
llamado José María Dutra Medina, malviviente con antecedentes que se
había iniciado con el hampón Ruben Kalfaián, muerto misteriosamente
junto al Cementerio Central. Pero quedó totalmente desvinculado del
hecho.
CONCLUSIONES
Se tejieron toda clase de
hipótesis sobre este robo. Rodaron miles de cabezas con nombre y
apellido de quienes presumiblemente fueron los autores. Se nombraron
desde empresarios hasta políticos. Para muchos es claro quienes fueron.
Comenzó a crecer toda clase de rumores. Pero en honor a la verdad, nunca
se pudo probar nada. Ni la policía, ni la justicia, aunque siguen
circulando nombres y apellidos pero no se ponen de acuerdo.
En realidad, cuando alguien
habría un negocio importante años siguientes al robo, ya era sospechoso:
¿y éste de donde sacó plata para poner ese negocio? comenzaba a rumorear
la gente. El que habría uno del año ´64 en adelante ya estaba en la
“mira”. Fue uno de los casos más espectaculares jamás aclarados. Algunos
comentan que uno de las “monjitas” huyó a Buenos Aires y volvió después
de 10 años porque caduca la pena.
Otros dicen que la otra “monjita”
se puso distintos negocios importantes. Pero la “posta” es que son todas
afirmaciones sin pruebas. Pero no se trataría sólo de dos asaltantes
sino que habría otros, de tres y hasta cinco sujetos. En otros números
volveremos con este apasionante caso porque hay personas que tienen su
testimonio para dar y brindar información y detalles. Esta vez queríamos
sólo recordarlo para nuestros lectores. El caso de robo más espectacular
del Uruguay.
Para finalizar: hay una superstición en Uruguay
que afirma que cuando se ve en la calle a una monja significa
“paciencia”, y si se ven dos o más es
“alegría”
o “felicidad”.
Por ejemplo si se ve dos monjas de tarde significa “tarde feliz”. Desde
el punto de vista científico esto no tiene cabida pero me pregunto...
¿sería que las “monjitas” del robo sabían de esta superstición?
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