DE LA CRÓNICA A LA HISTORIA:
ACORAZADO "GRAF SPEE"
Por El Capitán de Navío (R) FEDERICO G. MERINO
PARA el general Campos, Ministro
de Defensa, el miércoles 13 de diciembre
de 1939, día de la Batalla
de Punta del Este, fue un día luminoso.
What a glorious day" -exclamarían los
ingleses.*
Ese día. los uruguayos leyeron en los
diarios sobre la invasión de Rusia a Finlandia.
El editorial de El Día era sobre la
importación de papas y El Diario", por
la tarde, se ocuparía del tránsito interdepartamental.
El dóiar ya empezaba a preocupar
y valía un peso 51. y la libra cinco
pesos con 95. Según aviso de una sastrería
de la calle Sarandi, un traje de medida
se adquiría por treinta pesos. En un
económico, se ofrecia una casa por ocho
mil pesos y se vendieron campos a 71
pesos la hectárea en la 4ta. sección de
Flores y a 57 pesos en la 3ra. de Rocha.
Al domingo siguiente jugarían Nacional
y Peñarol, ganando el primero y en
Maroñas se impuso en el clásico un zaino
negro. Joe Louis, cuidado por Bergueiras.
Todavía el cine no había dejado sin público
al teatro. En el Solis actuaba Pierina
Deatessi; "Los muertos " de Sánchez se
representaba en el Urquiza; en el Artigas"
había operetas y en el "18 comedia
de P. Singerman. Los cines estaban flojos
y para peor se publicó la noticia del fallecimiento
de Douglas Fairbanks, padre,
actor y atleta famoso de la década anterior.
Los noticiarios "Fox' y Metro"
emocionaban mostrando aviones alemanes
y al general Gamelain recorriendo el
frente francés. Por lo demás, Hedy Lamarr
escandalizó con "Flor del trópico"
en el "Metro"; 'Espionaje en acción" iba
en el "Radio City" y "Cumbres borrascosas"
en el "Grand Splendid".
Pero todo esto se ha desdibujado en
nuestra memoria y los montevideanos
comenzamos a ser testigos de un episodio
de la historia mundial, cuando a las
diez y media de la noche, el'Spee" entró
al antepuerto.
Hace décadas que se libró la
batalla: pero al ubicarla en e! tiempo
parece más lejana. No se utilizó el radar,
ni submarinos y solamente voló un avión.
Los jefes también parecen de otra época.
Langsdorff, caudillo naval capaz y valiente,
fue un caballero del mar. Hundió
nueve barcos mercantes sin causar ninguna
baja. Antes de suicidarse, escribió
como alemán wagneriano y romántico:
Ahora solamente puedo probar con mi
muerte que los servicios combatientes
del Tercer Reich están prontos a morir
por el honor de su bandera. Yo solo asumo
la responsabilidad por la destrucción
del acorazado "Almirante Graf Spee"."
La personalidad del almirante Harwood
se recorta de la época de Nelson, cuando
en víspera del combate, trasmitió a sus
tres comandantes: "Mi táctica con tres
cruceros contra un acorazado de bolsillo:
atacar enseguida, de día o de noche".
El radar no se utilizó a pesar de haberse
desarrollado en los cinco años anteriores
a la guerra. Algunos barcos británicos
tenían instalado el radar, pero entre ellos
no estaban los cruceros Exeter", ni
"Ajax" ni 'Achilles". A su vez los alemanes
no se dieron cuenta de las posibilidades
del nuevo invento y el "Spee" tenía
instalado uno de 14.620 metros de alcance
que se utilizaba sólo para controlar el tiro.
Es una enseñanza de la historia: para la
paz, más que para la guerra. Es sobre
deficiencias de utilización de conocimientos
científicos y técnicos por falta de
aplicación y divulgación, aun dentro de
las mismas organizaciones.
El Spee" zarpó de Alemania unos días
antes de iniciarse la guerra y poco después
inició operaciones como corsario.
Su objetivo fueron las comunicaciones
marítimas británicas y especialmente los
2.500 barcos mercantes de bandera inglesa
surcando los mares todos los días.
Además debía atraer en su persecución a
fuerzas navales enemigas.
El acorazado era una maravilla para
esos años. A pesar de tener poderoso
armamento, debía evitar emprender combate
con buques de guerra, por su propia
debilidad de corsario en mares dominados
por el enemigo. Se habían utilizado
dos técnicas recientemente aplicadas a la
construcción naval: el casco soldado
eléctricamente y estaba impulsado por
ocho motores diesel de doble acción y de
dos tiempos. Con la primera se ahorraba
un diez por ciento en el peso del casco y
con la segunda, en el mismo espacio y
peso, se aumentaba la potencia y economía
de las máquinas propulsoras.
Hundió nueve barcos totalizando
50.000 toneladas hasta el 7 de diciembre
en el Atlántico y en el Índico, para volver
otra vez al Océano Atlántico. Actuaba de
diferentes maneras: al capturar y hundir
al "Ashlea" (7 de octubre), no permutó
ningún aviso radiotelegráfico, para no
denunciar su presencia: pero hundió al
"África Shel!" (15 de noviembre) a la vista
del faro Zavora. en la costa africana frente
a Madagascar. para atraer sobre si, toda
la atención y persecución de los ingleses.**
Sus ojos eran un hidroavión que volaba
antes del amanecer, hasta avanzada la
mañana. El 11 de setiembre pudo continuar
navegando sin denunciar su presencia,
gracias a él. El "Spee" con un petrolero
auxiliar "AltmarK" navegaban inadvertidamente
hacia el crucero inglés
"Cumberland ' que desde Freetown singlaba
para Río de Janeiro; el avión avistó
al crucero sin ser visto y alertando al acorazado,
pudieron éste y el petrolero cambiar
de rumbo, para continuar su cacería
" *
Después de hundir al •'Streonshalh" (7
de diciembre), Langsdorff decidió dirigirse
al PSata, antes de volver a Alemania,
burlando el bloqueo inglés, aprovechando
las noches sin (unas en el invierno del
-hemisferio norte.
Los ingleses alarmados desde el mes
de octubre, habían distribuido sus fuerzas
para capturar al corsario en diez grupos
y justo en dirección al más débil y por
supuesto sin saberlo, navegó el Graf
Spee . Harwood. comodoro de este grupo,
al enterarse del último hundimiento,
calculó que el corsario podía dirigirse a
tres zonas a Las Malvinas, pues la historia
recordaba el aniversario (8 de diciembre)
de la batalla que allí se libró en
1914 y en donde cayeron precisamente el
Almirante Graf von Spee con sus dos
hijos; o Rio de Janeiro o al Rio de la Plata,
para atacar al tráfico marítimo,
Harwood fue genial ai elegir un punto
en el océano frente al Plata, hacia el cua)
todos los actores de la batalla se dirigían,
como si tuvieran una cita concertada,
E! hidroavión del acorazado tenia un
defecto: el bote, al acuatizar, salpicaba
agua sobre los cilindros calientes del
motor radial ocasionando fisuras. Habia
que cambiar los cilindros y los repuestos
se agotaron, realizando el hidroavión su
último vuelo de reconocimiento el 11 de
diciembre."* Desde ese día, el Spee
quedó como ciego y Langsdorff. aparentemente
no reflexionó sobre su grave
situación como corsario. Temo que en
esa época, no éramos muy conscientes
sobre la utilidad de los aviones , comentó
un aviador del ' Exeter cuyos aviones
tampoco se utilizaron el día de la batalla , - "
A las seis y catorce minutos del día 13,
el "Exeter" avistó en el horizonte (a silueta,
aun media oculta de un barco de guerra
alemán e izó una seña! con banderas
creo es un acorazado de bolsillo' y se
avalanzó sobre el enemigo seguido de los
otros cruceros. Lo curioso es que Langsdorff,
en actitud que se ha discutido mucho,
también enfiló hacia los cruceros,
aumentó instantáneamente su velocidad
y en diez y ocho minutos abrió fuego con
sus cañones de 11 pulgadas.
Había mar de fondo balanceando los
buques. Las olas estaban hinchadas de
sal y azul intenso en un amanecer espléndido.
Los barcos ingleses izaron medio
engalanado de combate y la brisa desplegó
los colores, cuando las estelas de los
barcos se cubrieron de espuma con la
velocidad.
Solamente hasta las siete menos diez
duró la primera fase de la batalla, la
decisiva. Fue entonces que el Exeter',
fuera de combate, puso rumbo al sur y su
comandante F. S, Bell anotó en el bitácora:
"El enemigo desaparece de nuestra
vista, hacia el oeste, perseguido por el
"Ajax" y el "Achílles".***
Hasta las ocho menos veinte, los barcos
se mantuvieron dentro del alcance de
sus respectivos cañones, entre 18 kilómetros
a las seis y veinte al iniciarse la
acción, hasta siete kilómetros y medio a
las siete y treinta en que comenzaron a
separarse. Asimismo, el "Spee" utilizó su
artillería secundaria casi sin éxito y el
mismo y dos de los cruceros ingleses
también dispararon torpedos, sin dar en
el blanco con esta temible arma.
En Alemania se analizó la batalla en
1940 y se terminó expresando que: ...los
criterios son el resultado de deliberaciones
burocráticas y no significan una crítfca
a las decisiones del comando del
" Spee" durante el combate". "El curso
de acción dice el análisis- demuestra la
gran dificultad y riesgo anormal que es
para un acorazado de bolsillo, emprender
batalla con dos o tres cruceros, aun relativamente
menores, pero que con blancos
afortunados pueden quitarle su mayor
ventaja, la inmensidad del Atlántico
. "
La persecución duró hasta el anochecer,
bien internados los barcos en aguas
uruguayas y como hubo andanadas frentea
Piriápolis y ai Balneario Solís, nuestro
gobierno reclamó ante Gran Bretaña y
ante Alemania. *
El Primer Lord del Almirantazgo le escribió
a Harwood. pocos días después;
Si todos nuestros buques hubieran sido
hundidos, de igual manera, usted habría
hecho las cosas bien... y aún si usted hubiera
hundido al Spee . no habria sido
más glorioso. ' * '
El acorazado no saldría de la trampa
que para él significó Montevideo. El viernes
se efectuó el sepelio de los alemanes
caídos en la batalla. Los prisioneros ingleses
recién liberados, estuvieron presentes
en el Cementerio del Norte y a
nadie escapó el detalle de que Langsdorff
efectuó el saludo militar, mientras todos
los alemanes presentes hacían el saludo
nazi; dando origen a rumores que el propio
Langsdorff. antes de morir, se encargo
de desvirtuar, como ya hemos visto.
Fondeado en el antepuerto, el corsario
era motivo de curiosidad; había lanchas
que cobraban por dar una vuelta alrededor
del barco y los numerosos pasajeros
podían ver las averias. Un aficionado obtuvo
históricas tomas cinematográficas.
**** Mientras, más allá del horizonte,
los cruceros, a los cuales se (es había
unido el "Cumberland". hacían guardia
esperando la salida del atribulado acorazado.
Al "Spee ' solamente le restaba munición
para mantener el fuego durante media
hora y su comandante consideró imposible
irrumpir a través de la flota inglesa
hasta Alemania; probable combatir y
llegar a Buenos Aires y como peor alternativa,
pensó en ser internado por el Uruguay.
Entonces, el almirante Raeder, jefe
de la Reichmarine", después de consultar
con Hitler telegrafió; Aprobado, si es
posible, llegar a Buenos Aires combatiendo.
No se acepta internación en Uruguay.
Consiga destrucción efectiva si el
buque es hundido".*
El domingo 17, al ponerse el sol, una
explosión conmovió la costa. Muchos habían
previsto el fin del acorazado, pero no
acertaron de qué manera esto ocurriría.
El celebrado dibujante Sifredi empezó a
trabajar ai mediodía. Dedujo que el barco
seria hundido y lo dibujó yéndose a pique
de proa y en mucho fondo, levantando la
popa intacta con pabellón alemán e insignias
con la cruz gamada. Alguien le había
sugerido de que asi ocurriría porque la
proa tiene menos flotabilidad que la popa
o el centro del barco.
Terminó su dibujo apenas el acorazado
se hundía envuelto en llamas, a cuatro
millas al sur del Cerro. E) dibujo es valioso;
resulto ser periodístico y oportuno
siendo reproducido al día siguiente por
vanos diarios del mundo; pero era totalmente
irreal, pues la popa y el centro de*
"Spee" saltaron en pedazos y su proa, en
cambió, resultó sin avenas descansando
suavemente en el lecho barroso del rio.
sin hundirse, porque no explotaron las
cabezas de torpedo colocadas allí
La tripulación del acorazado se dirigió
a Buenos Aires en remolcadores que los
esperaban. Su comandante se suicidó el
martes por la noche. Escribió tres cartas:
a su esposa, otra a sus padres y una tercera
al embajador. De tardecita le había
manifestado a los periodistas que no tendrian
novedades hasta el dta siguiente.
Hoy los acorazados han desaparecido
de los mares. Hay tanta diferencia entre
un barco moderno de uno de 1939. como
entre uno de la época del Graf Spee" y
un nav¡o de Nelson Los cañones se sustituyeron
por cohetes, hay satélites, y un
barco es el reino de la electrónica y las
computadoras. Un destructor de 1939
costaba 5 millones de dólares y uno de
7.000 toneladas cuesta ahora 130. Y gran
parte de ese costo, lo forman modificaciones
a que es sometido mientras lo
construyen para intentar que no ocurra,
lo mismo que con el radar o con los
aviones de los combatientes de la Batalla
de Punta del Este.
Batalla porque definió una situación:
fueron eliminados los corsarios de superficie
en el hemisferio sur: los combates.
en cambio, no modifican ninguna situación
naval o militar. En todo ei mundo se
le llama Batalla del Rio de la Plata, no
obstante los no platenses la llamamos de
Punta del Este, porque desde allí el crucero
Uruguay' . trasmitió las primeras
noticias al gobierno uruguayo.
Muchos libros se han escrito sobre este
singular episodio de la guerra. Muchos
más se escribirán. El tema es neto en enseñanzas,
para la paz, para la vida. Y los
que vendrán serán cada vez más capaces
de aprender del pasado, para andar con
paso mas firme en el futuro.
El cuadro que sigue me fue útil para
escribir ei articulo, espero que le resulte
interesante, también al lector.
Notas
* CAMPOS, A.R.: Un episodio de la Segunda
Guerra Mundial en aguas
territoriales del Uruguay'. 1952,
Montevideo
** POPE. D.: The battle of the River Píate
",-1957, Londres.
*** BENNETT. G,: Battle of the River
Plate". 1974. Gran Bretaña.
**** HUERTAS BERRO, F.: Tomas cinematográficas
que el estado debiera
adquirir, exhibir y conservar.
Montevideo. 1939.
"La pequeña historia"
Un aspecto nunca divulgado en la historia de la Batalla del Río de la Plata.
La verdadera razón por la que el capitán alemán nunca pudo reparar el
acorazado en Montevideo y fue cercado por la Armada británica.
"Ponga usted el precio", dijo el capitán Hans Langsdorff en un perfecto
francés y colocó sobre el escritorio de su interlocutor un cartapacio de
cuero abierto, en cuyo interior se veía un cheque en blanco.
"De ninguna manera, en mi empresa no repararemos su barco", respondió
enfático Alberto Voulminot, también en francés, el idioma de sus ancestros.
"Véndame entonces, los materiales que necesito", pidió Langsdorff, vestido
con su impecable uniforme blanco y haciendo gala de sus refinados modales.
"Capitán, es inútil, esta empresa no sólo no reparará al Graf Spee, sino que
tampoco le venderá ni un solo elemento de los que está usted precisando",
respondió. "Ponga usted el precio, pida lo que quiera, no hay límite",
insistió el marino alemán y con su mano derecha le señaló el cheque que
minutos antes había colocado sobre la mesa del empresario uruguayo.
"No es cuestión de precio, ni de dinero, sino de dignidad", expresó cortante
Voulminot. "Señor, ¿usted sabe que yo tengo, en mi barco, armamento y fuerza
suficiente para volar la ciudad de Montevideo?".
"Claro que lo sé capitán. Pero también sé que usted es un caballero y que no
lo hará".
Voulminot se levantó de su silla y dio por terminada la reunión. Tomó el
cartapacio, se lo entregó a Langsdorff y lo acompañó hasta la puerta de su
empresa, por entonces ubicada en Rondeau y Nicaragua.
Palabras más, palabras menos este diálogo se produjo el 15 de diciembre de
1939, en horas de la tarde, en la oficina del dique Regusci y Voulminot
Desde hacía unos días, Montevideo se había convertido en epicentro de la
Segunda Guerra Mundial, luego que el buque de guerra de la Armada alemana
del Tercer Reich Admiral Graf Spee se enfrentó a los navíos de la Marina
Británica Ayax, Achilles y Exeter, en lo que se denominó la Batalla del Río
de la Plata. En el enfrentamiento, el Graf Spee sufrió importantes daños que
le impedían navegar en alta mar, además de perder 37 tripulantes.
Luego de la reunión con el capitán Langsdorff, Alberto Voulminot ordenó
redoblar la guardia del depósito del dique, temiendo que por la noche los
alemanes intentaran robar los materiales que el Graf Spee necesitaba. Desde
entonces y hasta la partida del acorazado alemán, Carlos Alberto Voulminot,
armado con un revólver y acompañado por el personal de la compañía, también
armado, se mantuvieron custodiando la empresa.
Hay historias que la Historia no recoge. Los franceses la llaman la petite
histoire. Ese es el caso del Graf Spee, de cuyo hundimiento en la costa de
Montevideo se cumplen mas de 70 años. Las verdaderas razones por las que no fue
reparado en Montevideo no figuran en los libros. Contrariamente a lo que
hasta ahora hemos sabido, no fueron las presiones ejercidas por el gobierno
británico a través de su embajador Eugen Millington Drake ante las
autoridades uruguayas, las que impidieron que el barco alemán pudiera ser
reparado. Sin dudas que esas presiones existieron. Y que se tradujeron en
que Uruguay, entonces neutral, conminara al Graf Spee a abandonar el puerto
en pocas horas.
Pero para saber las verdaderas causas de porqué el dique uruguayo que tenía
las posibilidades de realizar las reparaciones que necesitaba el Graf Spee
se negó a hacerlas, hay que remontarse a 1870, cuando en medio de su proceso
de unificación, Alemania invadió a Alsacia y en la pequeña localidad de
Colmar, hoy territorio francés, el ejército germánico asesinó al padre de
Albert Adolf Voulminot Sutter.
Fue la primera víctima de aquella guerra que costaría muchas vidas más. Con
una gran tumba esculpida por Fréderic Bartholdi (el mismo que construyó la
Estatua de la Libertad de Nueva York) es recordado hoy como un héroe
Voulminot en Colmar. Su hijo, por entonces un niño, emigró con algunos de
los familiares que sobrevivieron a la masacre de Alsacia al Río de la Plata.
Primero se afincó en Buenos Aires donde se dedicó al negocio cervecero y
años más tarde en Montevideo, donde fundó el dique.
En 1939, si bien Voulminot Sutter aún vivía, quienes estaban al frente de la
empresa eran su hijo Alberto Voulminot, su nieto Carlos Alberto Voulminot
Bonomi, entonces un joven estudiante de Ingeniería, y el ingeniero Armando
Regusci; nieto del otro fundador de la compañía.
Cuentan que al escuchar la explosión que retumbó en todo Montevideo en el
anochecer del 20 de diciembre de 1939, cuando Hans Langsdorff dinamitó su
barco a poca distancia de la costa uruguaya, Albert Adolf Voulminot Sutter
comentó: "la historia tiene sus vueltas". La vida le había dado la
posibilidad de presenciar cómo su hijo, un nieto de la primera víctima
alemana de la invasión a Alsacia, 70 años después, le había asestado la
primera gran derrota a los nazis.
Este relato fue posible armarlo gracias al testimonio brindado por una
testigo directa de aquellos episodios: la señora Elvira Iglesias de
Voulminot.
La verdadera razón por la que el capitán alemán nunca pudo reparar el
acorazado en Montevideo y fue cercado por la Armada británica.
"Ponga usted el precio", dijo el capitán Hans Langsdorff en un perfecto
francés y colocó sobre el escritorio de su interlocutor un cartapacio de
cuero abierto, en cuyo interior se veía un cheque en blanco.
"De ninguna manera, en mi empresa no repararemos su barco", respondió
enfático Alberto Voulminot, también en francés, el idioma de sus ancestros.
"Véndame entonces, los materiales que necesito", pidió Langsdorff, vestido
con su impecable uniforme blanco y haciendo gala de sus refinados modales.
"Capitán, es inútil, esta empresa no sólo no reparará al Graf Spee, sino que
tampoco le venderá ni un solo elemento de los que está usted precisando",
respondió. "Ponga usted el precio, pida lo que quiera, no hay límite",
insistió el marino alemán y con su mano derecha le señaló el cheque que
minutos antes había colocado sobre la mesa del empresario uruguayo.
"No es cuestión de precio, ni de dinero, sino de dignidad", expresó cortante
Voulminot. "Señor, ¿usted sabe que yo tengo, en mi barco, armamento y fuerza
suficiente para volar la ciudad de Montevideo?".
"Claro que lo sé capitán. Pero también sé que usted es un caballero y que no
lo hará".
Voulminot se levantó de su silla y dio por terminada la reunión. Tomó el
cartapacio, se lo entregó a Langsdorff y lo acompañó hasta la puerta de su
empresa, por entonces ubicada en Rondeau y Nicaragua.
Palabras más, palabras menos este diálogo se produjo el 15 de diciembre de
1939, en horas de la tarde, en la oficina del dique Regusci y Voulminot
Desde hacía unos días, Montevideo se había convertido en epicentro de la
Segunda Guerra Mundial, luego que el buque de guerra de la Armada alemana
del Tercer Reich Admiral Graf Spee se enfrentó a los navíos de la Marina
Británica Ayax, Achilles y Exeter, en lo que se denominó la Batalla del Río
de la Plata. En el enfrentamiento, el Graf Spee sufrió importantes daños que
le impedían navegar en alta mar, además de perder 37 tripulantes.
Luego de la reunión con el capitán Langsdorff, Alberto Voulminot ordenó
redoblar la guardia del depósito del dique, temiendo que por la noche los
alemanes intentaran robar los materiales que el Graf Spee necesitaba. Desde
entonces y hasta la partida del acorazado alemán, Carlos Alberto Voulminot,
armado con un revólver y acompañado por el personal de la compañía, también
armado, se mantuvieron custodiando la empresa.
Hay historias que la Historia no recoge. Los franceses la llaman la petite
histoire. Ese es el caso del Graf Spee, de cuyo hundimiento en la costa de
Montevideo se cumplen mas de 70 años. Las verdaderas razones por las que no fue
reparado en Montevideo no figuran en los libros. Contrariamente a lo que
hasta ahora hemos sabido, no fueron las presiones ejercidas por el gobierno
británico a través de su embajador Eugen Millington Drake ante las
autoridades uruguayas, las que impidieron que el barco alemán pudiera ser
reparado. Sin dudas que esas presiones existieron. Y que se tradujeron en
que Uruguay, entonces neutral, conminara al Graf Spee a abandonar el puerto
en pocas horas.
Pero para saber las verdaderas causas de porqué el dique uruguayo que tenía
las posibilidades de realizar las reparaciones que necesitaba el Graf Spee
se negó a hacerlas, hay que remontarse a 1870, cuando en medio de su proceso
de unificación, Alemania invadió a Alsacia y en la pequeña localidad de
Colmar, hoy territorio francés, el ejército germánico asesinó al padre de
Albert Adolf Voulminot Sutter.
Fue la primera víctima de aquella guerra que costaría muchas vidas más. Con
una gran tumba esculpida por Fréderic Bartholdi (el mismo que construyó la
Estatua de la Libertad de Nueva York) es recordado hoy como un héroe
Voulminot en Colmar. Su hijo, por entonces un niño, emigró con algunos de
los familiares que sobrevivieron a la masacre de Alsacia al Río de la Plata.
Primero se afincó en Buenos Aires donde se dedicó al negocio cervecero y
años más tarde en Montevideo, donde fundó el dique.
En 1939, si bien Voulminot Sutter aún vivía, quienes estaban al frente de la
empresa eran su hijo Alberto Voulminot, su nieto Carlos Alberto Voulminot
Bonomi, entonces un joven estudiante de Ingeniería, y el ingeniero Armando
Regusci; nieto del otro fundador de la compañía.
Cuentan que al escuchar la explosión que retumbó en todo Montevideo en el
anochecer del 20 de diciembre de 1939, cuando Hans Langsdorff dinamitó su
barco a poca distancia de la costa uruguaya, Albert Adolf Voulminot Sutter
comentó: "la historia tiene sus vueltas". La vida le había dado la
posibilidad de presenciar cómo su hijo, un nieto de la primera víctima
alemana de la invasión a Alsacia, 70 años después, le había asestado la
primera gran derrota a los nazis.
Este relato fue posible armarlo gracias al testimonio brindado por una
testigo directa de aquellos episodios: la señora Elvira Iglesias de
Voulminot.
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